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¿Qué pasó en San Marcos?

 

Todo había iniciado como cualquier otra de nuestras visitas a la feria; unas cervezas, juegos, comida, mujeres, nada fuera de lo ordinario.  En algún punto de la noche las copas se nos habían pasado, demasiados shots de tequila supongo. Para cuando despertamos estábamos a lado de una carretera en la mitad de la nada, sin mucha memoria de lo que ocurrió la noche de ayer; Alberto esposado a una radio antigua, a sólo un día de nuestra graduación y lo peor, con un Esteban desaparecido. Así que con nada más que la cartera de Esteban y nuestros celulares sin batería, decidimos caminar con la esperanza de conseguir un aventón a nuestro hotel. En no más de una hora nos encontrábamos subiendo a la parte trasera de la camioneta de una pareja que iba camino a la ciudad.

 

Otra hora mas tarde nos paramos frente al hotel de la cadena Fiesta Americana, en el que había reservado en el último piso con la tarjeta de mi papá, dado que en caso de emborracharnos no queríamos llegar así con nuestros padres. Al subir esperábamos encontrar a nuestro Esteban, pero no. Solo había una habitación destruida como si hubiera habido un tornado en ella. Lo peor fue que conectamos nuestros teléfonos al cargador y a los 5 minutos recibimos una llamada a su celular de su padre, buscando al irresponsable de su hijo y queriendo asegurarse de que al día siguiente se presentaría a la entrega de papeles. Tras varias mentiras asegurándole que su hijo estaba en el cuarto de hotel y nosotros nos encontrábamos desayunando, le aseguramos que ahí estaríamos los tres.

 

El último recuerdo que tanto Alberto como yo poseíamos era los tres tomando en uno de los puestos de la feria, dónde aún estábamos los tres juntos, más allá, todo era un horrible espacio en blanco durante el cuál perdimos a un soldado y seguramente bastante dinero. Por una vez decidimos hacer lo responsable y adulto, un error total. Nos dirigimos, en el coche que habíamos dejado en el hotel, el coche de Esteban, y nos dirigimos hacia la estación de policía más cercana. Nuestro segundo error, llegar diciendo nuestros nombre completos antes de que lo preguntaran. Resulta que en algún momento de nuestro espacio en blanco habíamos destruido un par de puestos, insultado unos guardias, robado unas esposas (lo cual explica la radio en la muñeca de Alberto) y huido de la ley. Con tantas multas casi nos meten una celda mas rápido de lo que dirías cerveza, pero Alberto habló con rapidez gritando que pagaríamos nuestras multas, sin importar cuanto costara.

 

Ahora frente al escritorio esperábamos a que el policía del otro lado cobrara el total de nuestras multas y las de un acompañante a quien aparentemente  si habían logrado atrapar, con suerte estarían hablando de Esteban. Esa esperanza desapareció con la llegada de una voz aguda que gritaba “Amor mío, sabía que volverías por mí.” -miró al policía “¿Ves? Te dije que mi novio vendría y me sacaría de este vertedero.” Ambos abrimos los ojos de golpe y nos miramos mutuamente, cada uno esperando que la chica hablara del otro. Nosotros no éramos material de novio, salíamos con mujeres, pero nunca nada serio.

 

La verdad es que la chica era muy guapa, pero, repito, no trabajamos con novias, a menos que sean novias de otras personas. Para mi suerte la chica se abalanzó a besar con mucha pasión a Alberto, lo cual agradecí a Dios con todas mis fuerzas.

 

Dejamos el reporte de nuestro amigo desaparecido y salimos de la estación con la chica prácticamente colgada de Alberto, quien no parecía muy feliz, pero si queríamos tener una idea más clara de que ocurrió anoche necesitábamos ser amables con ella.

 

Ya en el coche, tras decirle, cuidando nuestras palabras, que no teníamos muchos recuerdos de la noche anterior, remarcando que Alberto solo se acordaba de ella (lo cual era mentira), accedió alegremente a explicarnos lo ocurrido. Esto incluía que la habíamos conocido en un puesto de tacos, ella y Alberto habían pasado un buen rato y le había pedido que fuera su novia después de varios ramos de flores, fotos y algunas horas intensas de hablar sobre ellos, resulta también que se grabó a él mismo diciendo que la amaba y sin ella no podría vivir, era la cosa mas graciosa, tierna y rara del mundo. Según ella Esteban estaba al principio con nosotros, pero que en algún momento antes de nuestro altercado con los puestos y la policía, Esteban se había desmayado detrás de un puesto de algodón de azúcar. Por lo tanto regresamos a la feria esperando que todavía estuviera ahí.

 

Caminamos por cada puesto que pudimos y cuando llegamos específicamente a uno de algodón de azúcar en el centro de la feria, ahí estaba. Sentado en un banquillo, con un algodón gigante en su mano y lentes de sol, relajado como si no lo hubiéramos perdido la noche anterior. Solo comentó:

 

“Gracias por abandonarme, par de tontos.”

 

De camino a la graduación, un conductor en estado de ebriedad, chocó nuestro auto y los tres, Alberto, Esteban y yo Juan Pablo, morimos ese día.

 

 

 

Cerveza, tequila, vodka y básicamente cualquier bebida intoxicante que pude encontrar; todo eso nos trajo a donde estamos, a despertarnos en medio de la nada con nada mas que nuestra ropa, una dolor de cabeza insoportable y un amigo desaparecido. ¿Qué quién soy? Pues soy alguien normal, tengo 18 años y no acostumbro beber tanto, pero hoy no se que nos pasó. Acostumbro solucionar mis problemas con el dinero, sin embargo, nunca había tenido la necesidad de encontrar un amigo… con dinero.

 

Justo ahora me encuentro sentado frente a un escritorio en la estación de policía, esperando el dinero pueda resolver mis problemas. Una multa por imprudencia, ofender verbalmente y robar a un oficial. Pero para llegar aquí pasamos por más problemas que iniciaron en la feria de San Marcos. Cada año con mis amigos Esteban y Alberto, asistíamos  a la famosa feria de Aguascalientes, como cualquier otro ciudadano de la ciudad. La cosa es que este año decidimos venir un poco después del inicio de la feria, en vez de venir en abril, cuando inicia la feria venimos a finales de mayo, justamente dos días antes de nuestra graduación, para festejar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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