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Mi nuevo mundo

Era una mañana bastante oscura y las aves no cantaban esta vez, mi madre me había contado que nos íbamos a México, yo no sabia nada sobre eso, de un día para otro  ya me encontraba empacando mis cosas para mudarnos. Los sentimientos me sumergían en una gran depresión y frustración, me dolía saber que todo lo que tenía en mi vida estaba a punto de cambiar y ni siquiera me habían dado la oportunidad de despedirme de todos mis amigos y de mi hogar. Ya eran las 4:00 p.m., mis amigos se enteraron de mi situación y nos reunimos en un parque que estaba a lado de mi casa para despedirme apropiadamente. Después de horas de lágrimas, ya me estaba dirigiendo al aeropuerto de Francia, después en el avión hacia México, Sonora. Mi madre estaba muy emocionada al igual que mi padre, no dejaron de hablar sobre México durante todo el vuelo, me contaron sobre las diferentes etnias que vivían ahí y cuales eran sus tradiciones. Por ejemplo, una de ellas era la danza de los Yaquis, conocida nacionalmente  “danza del venado Yaqui”, una danza que es de las más reconocidas tradicionalmente que llena a cada ser humano de la pureza cultural mexicana, “que dramatiza la cacería del venado” decían mis padres. “Cuando lleguemos no te perderás de nada, conocerás a mi hermoso Sonora” me dijo mi mamá.

 

 Llevo dos días en México, el primer día mi familia y yo nos hospedamos en un hotel y ayer también. Hoy estaremos yendo hacia mi nuevo hogar, dice mi padre que vamos a vivir en una casa muy amplia, bonita y tranquila, espero que sea cierto aunque no puedo imaginar un lugar mejor que donde vivía anteriormente. En el camino hacia mi casa nueva veía el paisaje de la carretera, muchas montañas rocosas, los pastizales se desplazaban hasta el ultimo horizonte, “es muy lindo este lugar ¿no es así Suzi?” comentó mi padre mientras manejaba, “tranquila ya conocerás este lugar aún mejor” dijo.

 

Me dormí por el resto del camino, al abrir mis ojos ya me encontraba en otro lugar, al parecer ya habíamos llegado a nuestra nueva casa, estaba en una recamara amplia y tranquila, había muchos muebles de madera y un balcón al lado izquierdo del cuarto, se podía ver el océano a lo lejos, una pequeña línea azul que parecía no tener fin. “Buenos días mi pequeña bella durmiente, al fin despiertas” dijo mi madre que había entrado con un plato de comida que lucía un poco extraña   “Hija mía, tienes que comer algo, este es mi platillo favorito de Sonora , tienes que probarlo” mi madre tenía un enorme plato de barro con decoraciones llamativas, era un caldo que se veía un poco inusual “¿Tengo que comer eso?” le pregunté a mi madre, en realidad me daba asco como se veía “Sí, sé que no luce rico pero trata de ser más tolerante con lo diferente, sé que te va a encantar”, que aspecto tan raro pensé, le di el primer sorbo, tenía un delicioso sabor a comparación de cómo se veía “hmmm, ¡esto sabe muy bien! ¿Qué es mamá?” “Menudo sonorense tiene chile verde, cebolla, panza, orégano, cilantro, pata de res y maíz” “¿¡Qué!? ¿Tantas cosas tiene este caldo?”. No me importó mucho lo que tenía el menudo, me di cuenta que la comida de Sonora era deliciosa. Los días pasaron, aún era verano pero no faltaba mucho para entrar a la escuela, mientras tanto yo disfrutaba de los platillos típicos de Sonora como los tamales de garbanzo, colache de calabacitas, vitualla de garbanzos, huacabaque yaqui, y mi postre favorito el cusirí yaqui.

Una semana después entré a la escuela, no estaba muy lejos de mi casa pero me daban muchos nervios pensar cómo sería sin mis antiguos amigos. Tenía mucho miedo, era una cultura que yo no conocía y apenas había llegado hace poco, mi acento francés era muy notorio y no me gustaría que las personas me trataran diferente por eso. Quiero ser alguien normal pero creo que será un poco difícil encajar en un lugar en donde nunca antes había estado, en definitivo estaba completamente sola.

El día había llegado, entré a la escuela muy nerviosa y no sabía qué es lo que pasaría, no estaba tan grande mi escuela pero parecía ser prometedora, “¡Buena suerte!” gritó  mi mamá desde la entrada de la escuela, yo me dirigía hacia mi salón de clase. Cuando entré la maestra me presentó, todo resultó normal aunque al principio no hablaba con muchos de mis compañeros y fue muy difícil acostumbrarme a su ambiente, pero el tiempo pasó y conocí nuevas personas que me fueron ayudando a lo largo del curso escolar, una de esas personas fue mi nueva amiga Paola, me caía muy bien y teníamos los mismos gustos musicales.

Un día fuimos de viaje escolar a la isla del tiburón lo recuerdo bien porque era un lugar hermoso, ahí pase unos de mis mejores momentos con todos mis amigos. Me encariñé de Sonora y sus playas, en esta isla se podía disfrutar del exótico paisaje y otro tipo de actividades como buceó, pesca y snorkeling. Pasamos todo el día recorriendo la Isla del Tiburón y pudimos ver varios animales como los borregos cimarrón y cola blanca.

Al terminar mi escuela mis padres me dieron la oportunidad de regresar a Francia y seguir estudiando allá pero preferí quedarme en Sonora, el mejor estado de México.

 

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