
La fortaleza
Al darse cuenta de mi presencia, mi pequeña amiga saltó de la estantería con el libro en su mano, cayendo con hermosa agilidad. Tras darle su ración de sangre, robada directamente de la iglesia antes llamada Ernesto Paolo, una de las iglesias mas famosas y visitadas de la región, ahora refugio de vampiros, ella ingirió con gusto mientras le preguntaba cuánto llevaba despierta. Cuando la respuesta fue “Desde que te fuiste” no sabía si preocuparme o decepcionarme. La cosa con Tessa es que extrañaba la luz del sol, siempre despertaba antes del anochecer para intentar ver el atardecer sin éxito alguno. Ambos sabíamos que si la luz la llegase a tocar, significaría su muerte inmediata convirtiéndose en polvo.
Después de mi pequeño y cotidiano regaño sobre sus experimentos pasamos a nuestro tema de cada noche, escapar. Como marginados incomprendidos hicimos nuestra misión personal escapar de la fortaleza, parte de la razón por la que escogimos la biblioteca como nuestro hogar. Cada noche que no salíamos a conseguir comida o ver las peleas a distancia, nos dedicábamos a leer, aprendíamos sobre los humanos, sus tradiciones, guerras y lugares. De lo que antes solía ser Aguascalientes habíamos descubierto gracias a los libros que la biblioteca en la que nos encontrábamos era una de las bibliotecas públicas mejor equipadas, que en la capital había festivales donde los humanos se unían a disfrutar de la cultura y sobre todo, gracias a los mapas, conocíamos casi cada rincón de esta ciudad, lamentablemente ninguno que nos llevase a la salida.
Ambos extendimos un enorme mapa sobre cuatro mesas rectangulares, aparentemente Tessa lo había encontrado mientras buscaba un lugar seguro para ver el sol. El mapa lo marcaba todo, cada calle, iglesia, museo o teatro en el estado, ¡era fantástico! Al parecer había pasado buena parte de su tiempo estudiándolo, pero sin encontrar nada en particular. Sin embargo las explicaciones de su investigación de aquella noche no terminaban ahí, el libro que leía cuando entre hablaba sobre la cañería de la ciudad, concepto que fue buscado en un diccionario, según sus lecturas bajo la ciudad había una red de túneles que los humanos utilizaban para transportar agua, estos se cruzaban entre ellos y había unos pocos que salían de la ciudad. Si teníamos suficiente suerte, los humanos no se habrían percatado de su existencia y saldríamos de ahí. Para nuestra suerte, cerca de donde Tessa había encontrado el mapa, había otro que mostraba las alcantarillas y hacia donde debíamos ir.
Tomando dos mochilas repletas de nuestras pocas pertenencias salimos en busca de la libertad. Afuera aún llovía, pero no podría importarnos menos, lo único en nuestra mente era escapar y comer. Considerando que la biblioteca se localizaba en la parte central del estado, nuestra caminata debería de ser larga, un par de días quizá. Si queríamos sobrevivir necesitaríamos algo más que esperanza, sangre y comida. El problema no era robar la sangre, durante las noches difícilmente había algún vampiro en su guarida, regularmente salían a recolectar más sangre para sus reservas o a pelear. La rara vez que alguno se quedaba estaban demasiado ocupados para darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Por lo tanto, cuando Tessa y yo entramos por la puerta principal no tuvimos ninguna clase de precaución al entrar, caminamos con confianza como si fuera nuestra casa. Llegamos hasta las reservas y tomamos siete botellas para evitar tener cualquier clase de percance con el hambre. Después salimos con la misma tranquilidad.
El problema era mi comida, normalmente la robábamos de los cuarteles de los hechiceros, pero a veces cambiábamos a las hadas o duendes para evitar muchos problemas. El problema real no era de dónde robar, sino cómo. Todas las creaturas que comían lo mismo que yo dormían de noche, por lo cual se encontraban metidas en sus respectivas guaridas a nuestra hora de robar, para ser más breves, debíamos ser extra cuidadosos de no despertar a nadie. Ahí entra Tessa, ella era quien tenía que robar mi comida, con sus habilidades de vampiro era muy ágil y silenciosa, la única falla era que se distraía fácilmente con el olor a sangre. Cuando salió del edificio con una bolsa de comida 15 minutos después, nos alejamos corriendo calle abajo.
Finalmente tres calles mas allá de la sede de las hadas encontramos una alcantarilla cuya tapa estaba suelta. Con su gran fuerza Tessa la levantó sin problema. Entramos y con cuidado la colocamos en su lugar. El lugar no tenía agua, pero apestaba a desechos a más no poder, no nos importo, esta era nuestra salida, con olor o sin olor. Todo estaba oscuro, yo no podía ver ni mis propias manos, pero Tessa y su visión nocturna nos guiarían. Caminamos por días, cosa que sabíamos porque había huecos por los que la luz se filtraba, solo había que evitarla. Yo insistí en más de una ocasión en parar a descansar, pero ella se negaba, estaba desesperada por escapar. Yo debía dormir en algún punto, un hechicero no puede pasar más de dos días sin dormir. Tessa, por su lado, mientras tuviera sangre y no hubiera sol, podía seguir sin descansar por semanas. Cuando yo dormía ella me cargaba y seguía adelante guiándose por el mapa, ella discutía que era como cargar una pluma con su fuerza, pero de cualquier modo no me gustaba la idea de ella haciendo todo el trabajo y yo durmiendo, pero no había nada que hacer.
Cuando ya solo teníamos una ración de comida cada uno, Tessa llegó a la conclusión que, a menos de que hubiéramos tomado una curva mal, ya deberíamos haber salido de la fortaleza. Por un pequeño hueco entraba luz que con toda seguridad era de sol. Decidimos esperar hasta que anocheciera antes de salir. Nos sentamos cerca de la siguiente salida de la alcantarilla y dormimos.
Para cuando desperté aún entraba luz por los huecos, pero no era del sol. No era la misma clase de luz que había en la fortaleza, ésta era blanca y no parecía natural en lo más mínimo. Tomé una decisión arriesgada, si me equivocaba esperaba que Tessa me lo perdonara. Tomé su pequeña mano y con cuidado la puse bajo la luz, pero no se quemó, no ocurrió nada, era como si la luz no fuera real. La desperté con delicadeza y cuando abrió los ojos y vio su mano bajo la luz se aparto con brusquedad. Le expliqué que la luz no le afectaba y se molestó un poco ante mi experimento pero lo superó rápido. Puso su mano bajo la luz y cuando no pasó nada empezó a subir por la escalera hacia la salida. Tras revisar una última vez que no olvidábamos ninguna de nuestras pertenencias la seguí escalera arriba.
Al salir nos encontramos ante edificios altos y luminosos, todo parecía hermoso y brillante. Vagamos por el nuevo mundo a descubrir encontrando demasiadas diferencias con nuestra lúgubre vida dentro de la fortaleza. Los humanos tenían comida a rebosar y no parecían pelear a muerte por ella. Aún siendo de noche había luz por doquier y tenían aparatos que trabajaban por ellos. Había otras criaturas metálicas que se parecían a los humanos, eran como sirviente. Había cosas enormes que se movían transportando a los humanos. Había de todo en abundancia y todos parecían en paz.
Tanto Tessa como yo estábamos mas molestos que impresionados. Ésa era una vida de lujos, sin preocupaciones, no hay que matar para vivir, había un edifico para cada humano no un edificio para toda una especie. ¿Cómo podían vivir así mientras nosotros estábamos entre escombros y sin agua o comida en las cantidades necesarias? Quizá ellos nos habían encerrado por miedo pero nos dejaron ahí por crueldad. Éstas eran las mismas creaturas de las que Tessa y yo habíamos leído tanto, los admirábamos por su progreso a lo largo de su historia, pero aquí estaban siendo el ejemplo perfecto del egoísmo, pensando en ellos sin preocuparse en las creaturas que morían lentamente en la fortaleza.
La lluvia caía sobre mi cabeza, los rayos iluminaban la noche y la ciudad estaba tan tranquila que en días normales me daría miedo. Todos se resguardaban en las iglesias repartidas estratégicamente por la ciudad, todos menos yo. Yo iba caminando hacia lo que según las leyendas de los humanos era una biblioteca. Al pararme frente al edificio leí las palabras “Casa de Fuerza. Biblioteca Pública central de Aguascalientes” Algunas letras ya estaban caídas y era uno de los pocos edificios, además de las iglesias, que aun se mantenía en pie. Al entrar divisé, sentada leyendo sobre una de las estanterías llenas de libros sobre humanos, a Tessa, mi mejor amiga.
Para este punto quizá debería aclarar quién soy, pero para eso hace falta un poco de explicación. La historia de cómo fue que todo sucedió ya no es del todo clara, las criaturas que la vivieron ya habían muerto, resultado de las peleas callejeras que se llevan a cabo regularmente. Algunos dicen que fue un error, otros dicen que fue un acuerdo, muy pocos se dignan a aceptar que fue por miedo. A esencia la historia dice que hace cientos de años, más precisamente en el 2020, los humanos descubrieron que las criaturas mágicas e inexistentes, nosotros, vagaban con ellos por el mundo. Al darse cuenta del poder de estas creaturas y de que éstas sin problema los podrían destruir, los encerraron en una fortaleza a la que no se podía ni entrar ni salir, el lugar de esta fortaleza era un estado llamado Aguascalientes, nombre que conservaría hasta la fecha. Ahora vivimos entre escombros de lo que antes eran ciudades, los únicos edificios en pie y habitables son las iglesias y un par de bibliotecas como ésta. Cada creatura (Vampiros, hombres lobo, hechiceros, dragones, hadas, duendes, elfos) se adueñó de una iglesia donde se refugian, menos Tessa y yo. Yo era un hechicero marginado llamado Jul, Tessa una vez había sido una hechicera también, lamentablemente en la última pelea a la que asistimos, hace 1 año tal vez, un vampiro mató a sus padres y la transformó a ella en una de su especie. Los hechiceros la rechazaron después de eso y le temía a los vampiros, no tuvo mas opción que refugiarse en esta antigua biblioteca. Yo por mi lado, me vi incapaz de abandonar a mi preciosa Tessa, así que abandone el refugio con ella, aquí entre nosotros admito que estoy enamorado de ella desde los 8, la cosa es que no me veo con la valentía de decirlo. Ahora los dos dormíamos aquí de día e intentábamos alimentarnos de noche, yo intentando convencer a Tessa de que me convierta cada vez que surge la oportunidad, ella negándose a darme lo que ella consideraba una maldición, pero mientras me de la oportunidad de estar con ella para siempre yo estoy bien con ello.